En realidad, la lista es multipropósito. Las piezas, en este u otro orden, acompañadas por los repertorios (a veces completos, depende) de sus artistas, pueden emplearse al manejar por carretera, en el antiguo ritual del fuego y la carne asada, para acompañar la escritura de novelas y la corrección de poemas de temática indistinta, o bien para inducir ese estado de comunión con el universo, necesario y oceánico, que representa soltar las penas al viento y permanecer contemplativo, mientras se bebe –quizá, a nadie se obliga, es opcional– una o dos raciones de lo que sea que haya a mano (que esté frío: ya está: cerveza: eso).
El método se ha puesto a prueba en repetidas ocasiones por personal calificado (la calificación la da la necesidad: esa de fundirse con el Todo o de desmarcarse de ese mismo Todo, que a veces jode tanto). De vez en cuando subo uno de estos links a mi página de facebook.
Es el único apostolado en el que creo, la única fila en que me formo: compartir la música que me hace ligera la vida, que me sirve para festejar y para ahondarme, según se tercie.
Una amiga me comentó alguna vez, cuando recién adoptó la costumbre de escuchar esta música mientras trabajaba, que sus vecinos dudaban de que efectivamente estuviera trabajando.
Respondí: Bueno, la onda es que uno está trabajando, aunque también está de parranda.
Pero no me crea. Pruébelo usted. Si no le funciona, pruébelo otra vez. El sistema opera. Tarde o temprano. En serio. No necesita usted convertirse, ser creyente. Úselo a discreción.
Los audífonos no son mala idea; un gesto de cortesía nunca hace daño (esto, si sus horas laborales transcurren en oficina y, de atronar el lugar, jefe y compañeros lo mirarían medio feo). Nada más déjese llevar. ¿Qué puede perder? Suéltese. Déjese ir. Yo lo hago. Es pocamadre.
1. “Una página más”, Los Cadetes de Linares. El himno secreto y nunca oficial del escritor; una debilidad personal.
http://www.youtube.com/watch?v=Uvj-Rmi0IdI
2. “Nieves de enero”, de Chalino Sánchez. El corazón de esta pieza es una imagen impagable: resumen de una amarga historia de amor evanescente.
3. “Bajo mil llaves”, de Lalo Mora. Este señor es un samurái.
4. “Era cabrón el viejo”, de Luis y Julián. Sólo diré que una canción de las caras.
5. “Se está cayendo el jacal”, de Luis y Julián. Se trata de una rola que reviste la gracia de un bellísimo poema alemán.
6. “El venadito”, de Los Alegres de Terán. Ésta hay que ponerla una vez, y luego otra y luego otra…
http://www.youtube.com/watch?v=JHVXVwBENFM
7. “Abeja reina”, de Los Traileros de Nuevo León. Aquí, por fuerza, uno se encuentra ya En la cresta de la ola.
8. “Casas de madera”, de Ramón Ayala. De acuerdo en todo, sin comentarios.
http://www.youtube.com/watch?v=taNUu4MUGmU
9. “Lágrimas del corazón”, de Los Tigres del Norte. La razón por la que me decidí a aprender a tocar el acordeón.
10. “El odio de dos hermanos”, de Carlos y José. Un cuento en octosílabos perfectos: personajes, diálogos, tensión, ritmo, conflicto, desenlace: nada falta, nada sobra.
http://www.youtube.com/watch?v=ySsBXgXYOmg
Luis Jorge Boone nació en Monclova, Coahuila, en 1977, y reside en la Ciudad de México desde hace ocho años. Es autor de los libros de poemas Traducción a lengua extraña y Los animales invisibles; de los de cuento La noche caníbal y Largas filas de gente rara; y de la novela Las afueras. Ha recibido diez premios nacionales en los géneros de poesía, cuento y ensayo. Fue becario del Fonca, en Jóvenes Creadores, y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Parte de su obra está traducida al inglés. Actualmente se desempeña como editor es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
